lunes, 20 de octubre de 2008

Amor / Obra Mayor

Todo comenzó un Domingo absurdo
en que me detuve para ver pasar mi vida,
entonces pude oir tu grito sordo y mudo,
en instantes pude ver tu mirada que encandila;
te seguí, sí, como un ocioso vagabundo
caminando bajo el Sol, como una hormiga,
tu rastro tenía sabor a nuevos mundos,
tu olor era el del Sol de mediodía;
desde ese día no dejé sola ni un segundo,
te convertiste en mi cómplice, en mi guía,
mi reina, mi diosa, mi ícono de culto,
la herida en mi dolor, la musa en mi poesía.

Avanzó el tiempo, oí todos tus susurros
mientras mis deseos me ensordecían,
soñé con el futuro, inhibí mis impulsos,
amé verte brillar, odié tu lejanía,
mientras en mí crecía el amor absoluto
y la convicción de no quererte como amiga;
fuiste mi felicidad y mis temores ocultos,
también mi éxtasis, mi equilibrio y mi agonía.

Observarte es el mayor de los gustos,
oirte es escuchar las más bellas melodías,
tú me iluminaste en los lugares más oscuros,
tú hiciste acogedoras mis noches más frías;
aunque navegue solitario, en tu amor me hundo,
aunque tú no sepas nada, significas mi alegría,
mi brújula, mi norte, mi único rumbo,
mi sueño angustiante de infinita armonía.

1 comentario:

Rodrigo dijo...

Bueno,señor Gerardo.Quizá no muchos hayan leído estas creaciones,pero debo felicitarte por tu gran aporte a revivir la literatura.
Muchas gracias y espero que agregues muchas más.

Rodrigo Bazaes R.