jueves, 28 de abril de 2011

Blanca

Blanca se parecía mucho a su madre, a quien no conocí bien porque murió joven. A Blanquita en todo caso no le importó; desde que se quedó a vivir conmigo no la volvió a ver. En realidad, nunca tuve claro si a ella le importaba algo más que su propia existencia; sé que a mí sólo me mostraba afecto cuando quería conseguir algo, pero aún así, la quise siempre, le hablaba con cariño, la buscaba y me atreví a considerarla amiga mía. También dormíamos juntos cuando ella quería. Yo le di todo, jamás me pidió nada, yo pensaba en el futuro, yo me preocupaba del presente. Blanca nunca se cuestionó nada o durmió atormentada por terribles dudas, ni se entristeció por el sufrimiento de otro ni tuvo obligaciones. Libre de irse cuando quisiera, no me dejó ni por un día. Me gusta pensar que me quería, que yo significaba algo realmente para ella. Yo la quise mucho, pero también la envidié, porque me gustaba su vida, habría querido yo que algún ingenuo velara por mí y me diera una vida tan fácil. Pero a Blanca no le importaba.

Nos faltó tiempo, y tal vez por eso, creo poder entender su frialdad, y quiero creer que su actitud fue comprensible. Imagino lo que habría sido estar más tiempo juntos: quizás me habría dado alguna muestra de cariño.

Lamentablemente murió joven. Tal como a su madre, la atropellaron, probablemente algún taxista impune, no lo sé, no pude descifrar el asunto. Habría deseado embalsamar a Blanca después de su muerte, pero su estado era tan lamentable que tuve que enterrarla en el patio de atrás simplemente, con crucecita de madera y todo, a modo de lápida. Sobre sus restos, crecieron hermosas flores amarillas, así que la recuerdo todas las semanas, cuando riego el jardín. Buscaré el próximo verano a alguien que pueda sustituirla; tal vez sea demasiado pronto, pero a ella no le habría importado.

lunes, 25 de abril de 2011

La cirugía

-Scotty Boy y Joselito caminaban por senderos inciertos, no sabían a dónde iban, entre aplausos y tropiezos, jugando a saberse únicos y libres, como todos y como nadie. Pero a veces, las almas libres dudan, fallan… y también sufren y pagan el precio de la vida enjaulada, pierden el equilibrio y no hay reacción posible que pueda amortiguar la terrible caída...-

-¡Cuidado, weón!
-AAAAAHHHHHH!!!!
-Oh, ¡Mierda, weón! ¿Tai bien, weón?
-AAAAHHHHHH, AAAAGGHHHH, sí, AHHHH!!!!!!
-¡Oh, weón! ¡Espera! ¡Tu brazo!
-AAAAAaaahh… ¡Chucha!
-¡Weón! ¡Te hiciste mierda!
-Ay… Ah, sí, weón, si caché, tengo el hueso como salido, perro.
-¡Weón! ¡Lo tení terrible afuera! De aquí lo veo...
-Oh, puta, cagué…
-¡Te vai a desangrar, weón! Hay que llamar a Help! y volá.
-¡No, loco! Si mi vieja se entera, nunca más salgo de la casa… De más que tiene arreglo…
-Ya, ¿y como querí arreglarlo?
-Ah, déjame pensar, perro… ¿En tu casa no hay nadie? ¡Podemos ir al taller de tu viejo!
-Pero, ¡Puta, weón, vamos a dejar las bicis aquí!
-¡Da lo mismo, weón, si vamos a estar al frente! ¡Mírame el brazo!
-Ya, weón, vamos al toque, sin llorar. Te levanto… 1, 2, 3, ¡arriba!
-¡Aggggh! ¡Oh, conchetumare, vale! ¡Andando!...
Oh, weón, falta mucho…
Ay, weón…
¡Tengo el codo entero morao!
¡Qué hice, weón!... Oh, abre la puerta, ábrela…
-Ya, weón, ponte ahí en la entrada del taller. Voy a traer alcohol y povidona y weás.


… Ya, weón, ¿Qué querí hacer?
-¿Qué herramientas hay, weón?
-A ver… deja ver… hay… una lija, martillo, alicate… serrucho, esta weá que es pa soldar…
- ¿Y tení máscara pa soldar?
-No, mi viejo la prestó… huincha, taladro, llave inglesa…
-Pico, ya basta… Martíllame el brazo, perro.
-¡Ni cagando, weón, te voy a dejar peor! Mejor llamemos a Help!... Tu vieja igual va a saber…
-¡Porfa, weón, soy tu amigo! Si vi una weá así en la tele y el weón se recuperaba… ¡Porfa!
-Puta, ya, weón, pero no respondo por nada… tú me decí cuándo; estoy listo.
-Apunta acá y cuando yo te diga, martillái hacia arriba.
-Ya, pero sin morirte, weón…
-A la 1, a las 2… ¡y a las 3!

-¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAA! ¡Chucha, chucha, chucha!
- ¿Tai bien, weón?
-¡Cagué, weón, duele caleta! ¡Conchesumare! ¡Tení sangre en la cara, perro!
-Mira, weón, no se ve el hueso, ¡parece que lo arreglamos!… el brazo está un poco raro, no más.
-Ta un poco más morado, weón, pero si lo tapo no se nota.
-Mmmm… hay que darle algunos meses, pero me tinca que nos fue bien, weón.
-Ya no puedo doblar el brazo, perro… dame un trapo pa' la sangre, y ayuda a levantarme.
-Toma.
-Me voy pa' mi casa, perro.
-Calmao, con ese trapo y esa tabla te voy a entablillar la weá pa que se arregle más luego… ¡Ponlo!
-Ta dormido, weón, no siento nada... jajaja…
-Ya, weón, cambia los trapos en la noche, mantenlo entablillado cuando duermas.
-¿Por qué, weón?
-No sé, así me mejoré del esguince en el dedo del pie, perro.
-Oh, weón, pesa caleta tu tabla, weón… pásame un polerón… mañana te lo pago.
-Te paso el que estoy usando, es lo más grueso que tengo… póntelo.
-Dale… pasa a buscar las bicis, weón, me voy a dormir un rato, ojalá que mi vieja no cache.
-Ya, perro, de ahí llamái y contái qué onda… nos vemos.
-¡Chao!

-Al día siguiente, Scotty Boy le confesó todo a su madre, cuando ésta le preguntó por las misteriosas manchas de sangre que habían aparecido por toda la casa. Los cirujanos tuvieron que implantar 15 pernos (de los que no se encuentran en un taller mecánico) a lo largo de todo el brazo de Scotty para iniciar una larga y dolorosa recuperación. Joselito y Scotty Boy aún son amigos, y se reúnen cada semana a ver los partidos de AC Milan por TV. Ya no andan en bicicleta juntos.- FIN