sábado, 20 de septiembre de 2008
LOSER
Aparezco en una casa que me resulta familiar, con gente que no reconozco, pero que se me hace conocida, me siento bien aquí, no deseo irme, ¡me siento tan seguro! Pero es hora de salir, no puedo estar ahí toda la vida. Salgo a caminar, doy unos pasos y te veo: estás sentada en la acera, sola, pareces ideal, ¡tu aura es tan amigable!, ¡eres tan cautivadora!, paso a tu lado, sólo a centímetros de tu silueta, no hay palabras, sigo mi camino. Pasa un lapso de tiempo similar a quince minutos terrestres, entonces vuelvo del lugar al que había ido, vuelvo a pasar, vuelvo a observarte, tú me miras también, el silencio se apodera de mí y sólo siento deseos de huir de mi cobardía, sigo caminando, me pierdo en la niebla, sé que te volveré a ver, no quiero pensar en aquel momento. Despierto al día siguiente, he permanecido en mi cama toda la madrugada, creo que todo fue un sueño. No tardaré en darme cuenta de que, efectivamente, una vez más, no tuve el coraje para decirte lo que siento por ti.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario