lunes, 31 de mayo de 2010

Yggahs

1.- Tú quieres que te hable, querida; me dices que estás cansada y sola, que te hable de cualquier cosa, y entonces yo te hablo de las cosas que habla la gente…
Pero quiero ser artista y considerarme creador de mundos, y si no temiera ser juzgado como un idiota e indeseable, yo te hablaría de esta clase de cosas:

2.- Yggahs, la rama
(que nunca pudo decir algo)


Cierto día de primavera yo me encontraba sentado en una banca como de plaza, bajo un árbol, muy solo, pensando en matarme, proyectando la vida de los demás sin mí. De pronto, una ramita del árbol cayó al lado mío, sobre el espacio desocupado de la banca. Me alegré un poco, y me dieron ganas de quedarme ahí sentado, y la bauticé como Yggahs. Compartí con ella el atardecer y vimos juntos la puesta de sol, le agradecí su compañía y lloré, con ella siempre a mi lado. Era una ramita muy verde, pero debí entender que pese a su belleza y gratitud, nunca podría sentir lo que yo sentía por ella, o por ti, o por las demás. Me levanté fríamente del asiento y la dejé sola en la banca, quizás lamentando haber renunciado a su vida en el árbol por mí y extrañando a sus amiguitas ramas. Nunca olvidaré a Yggahs, la amiga que me hizo recordar la belleza de la humanidad. Un día triste, la fui a visitar a la banca y no la encontré, se había ido, probablemente con alguien. Me senté ahí, pero ninguna rama bajó a hacerme compañía, y nadie vino a mi encuentro. Fue la tarde más sola y desgraciada que puedo recordar

3.- ¿Me amas?

4.- Si me ves sonreír, no me creas… No me creas nada.

1 comentario:

Olga Velozo H. dijo...

No sé por qué, pero este es uno de los que más me gusta.